A lo largo de todo este proceso, he estado en manos de varios psiquiatras que lo único que han hecho ha sido “empastillarme”, sin apenas molestarse en dedicarme tiempo ni ofrecerme otras alternativas. Un día, leyendo una revista, vi un anuncio donde se trataban problemas de obsesiones mediante la Sofrología y enseguida me sentí identificada. Me decidí a llamar y me puse manos a la obra. Aprendí cosas que nunca nos enseñaron en el colegio, a pesar de ser más importantes que la enseñanza tradicional, que no te ayuda a saber controlar tus emociones. Aprendí a controlar los pensamientos obsesivos e irracionales, y a responderles de una forma más objetiva y positiva. También aprendí que nuestra mente no sólo es una “fábrica de pensamientos”, sino que también tiene una gran capacidad de sentir paz y serenidad. Al principio cuesta trabajo, ya que durante mucho tiempo hemos entrenado a nuestra mente a almacenar pensamientos negativos, a sufrir inútilmente y es lógico que a esta le cueste cambiar…
Pero todo lo que se aprende, también se puede desaprender con paciencia y tesón, y sobre todo, sin perder nunca la confianza en nosotros mismos, en nuestras posibilidades. Ahora valoro mucho más todo lo que tengo, en lugar de lamentarme de lo que carezco, y procuro disfrutar al máximo de los pequeños placeres que hay a mi alrededor y del momento presente, que es al fin y al cabo, lo único que tenemos. Hace poco leí en un libro de autoayuda una cita de Confucio que me pareció muy sabia y qu dice así: “La grandeza del ser humano no está en no caer nunca, sino en ser capaz de levantarse cada vez que se cae”. Confía en ti mismo y ten por seguro que tú también serás capaz de levantarte. Yo también confío en que esta carta te ayude a lograrlo.